miércoles, 23 de marzo de 2011

¿Guerra por la paz?

Es un asunto de candente actualidad el conflicto originado en el pueblo de Libia. Temas como la legalidad, la legítima defensa, la justicia o la resolución de problemas queda patente en esta situación en la que la Organización de Naciones Unidas ha intervenido militarmente en territorio libio a favor de los detractores del dictador del Estado, Muamar el Gadafi, creando un debate global que debería llevar a la reflexión del panorama internacional.

En cuanto a la legalidad de la intervención militar las potencias internacionales en Libia, ésta se basa entre otros principios en el de legítima defensa, donde en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas se afirma que “Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”. En este caso, se publicó la resolución de Naciones Unidas que permitía los ataques en legítima defensa del pueblo libio. Esa aprobación de la autorización del uso de la fuerza en legítima defensa por parte del Consejo de Seguridad es la gran diferencia existente con la Guerra de Irak de 2003, donde en la resolución correspondiente no existía la aprobación de Naciones Unidas de ese uso de la fuerza, ya que se excluía autorizar el uso de la fuerza. Legalmente, era necesaria una nueva resolución que aprobase el uso de la fuerza en legítima defensa, pero nunca se aprobó y, que gracias al derecho a veto de los Estados Unidos o Reino Unido en el Consejo de Seguridad, era inviable establecer sanciones a las potencias internacionales que intervinieron en la Guerra de Irak.

En la sociedad está latente la necesidad de interpretación sobre si estas medidas bélicas a favor de la legítima defensas son justas o injustas en su fundamento cultural del bien y del mal. Personalmente, considero que la guerra nunca es justa por una sencilla razón, en esta vida lo importante no es el bien y el mal, sino que lo vital es diferenciar ente lo sano y lo insano. La guerra está plagada de víctimas mortales y la clave es no tener que llegar a ella cuando no quede más remedio al tener que aplicar con legalidad la legítima defensa, tanto en la sociedad internacional como en la sociedad del día a día.

Ante un problema hay que buscar soluciones, pero la humanidad está acostumbrada a resolverlos cuando las burbujas estallan. La solución siempre se ha de intentar evitar desde la raíz cuando eso sea posible y ha quedado claro que con estos tipos de conflictos la comunidad internacional no aprende de sus errores. Más del 85% del petróleo de Libia va para Europa, sabiendo de la política hostil de Gadafi, ¿no hubiera sido más fácil jugar con el factor económico para tratar de quitarle poder a Gadafi a favor del pueblo libio y de la paz no sólo de ese Estado sino de la paz mundial? Las potencias internacionales de occidente ya no tienen esa posibilidad de poder rectificar porque ya ha estallado la burbuja, pero hay otras zonas de riesgo donde si se está a tiempo. Por ejemplo, sería beneficioso para la paz mundial que se le pusiesen límites a Venezuela, ya que la gran mayoría de su petróleo es exportado a Estados Unidos, pese a las paradójicas críticas de Hugo Chávez a la potencia americana.

Para la paz hay que hacer sacrificios porque todo tiene un precio, ahí debe entrar la humanidad de la humanidad, ¿es viable? La verdadera raíz de la raíz de los problemas radica en una cuestión, la humanidad ha de darse cuenta. Paz y Respeto.

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