Los zombis son unos de los subgéneros más recurrentes en el mundo del terror. Algunos ejemplos destacables que lo han potenciado son el videoclip Thriller de Michael Jackson, el comic y serie de televisión The Walking Dead, las películas y videojuegos de Resident Evil, o la película española REC.
De cara al entretenimiento es indudable la calidad de las historias de zombis, pero también pueden tener otra lectura, los zombis como reflejo de la sociedad. Por ello, a continuación, una pequeña reflexión sobre el asunto.
A lo largo
de la historia de la humanidad, se puede observar que siempre se ha
caracterizado a los seres humanos por una dualidad suprema, el bien y el
mal. El pensador inglés John Locke la definía como “aquello que tiene
la capacidad de producirnos placer es lo que llamamos un bien, y lo que tiene
capacidad de producirnos dolor lo llamamos un mal”. Los zombis pueden
interpretarse como una metáfora del mal, la negatividad, las sombras; mientras
que el camino opuesto lo pueden formar todos aquellos seres que proporcionen el
bien, el optimismo, la luz.
Las
historias de zombis pueden definirse como una continua lucha del bien contra el
mal, pero en un sentido más profundo. Los zombis pueden reflejar el dolor, la
negatividad procedentes de otras personas, teorías conspiratorias repletas de
irrealidades, egoísmos, en definitiva, el monstruo que el ser humano
lleva dentro. La supervivencia del bien es lo único que queda, a la espera de
encontrar un antídoto para todas aquellas personas infectadas por las tinieblas
del ser humano, un antídoto que siempre existe aunque sea difícil de encontrar.