Originariamente, las políticas
públicas provienen de la política, pero se ha desarrollado un proceso en el que
se han desmembrado a las políticas públicas y se han diversificado en
categorías. Esto hecho es lo que ocurre en los medios de comunicación, ya que
la política se ha integrado en otras secciones como economía, sociedad, cultura
o deporte, entre otras.
Las políticas públicas están mejor
organizadas en categorías de cara al lector para que la información llegue de
mejor manera y poder así agilizar la información. Este proceso puede resultar
positivo de cara a la comprensión de los ciudadanos que se informan mediante
los medios de comunicación, pero puede entrañar dificultades de procedencia de
los hechos que se acontezcan, pudiéndose obviar parte del contenido político.
Por ejemplo, la inauguración de un
parque de atracciones en la sección de cultura puede dar lugar a que se
analicen los factores en relación al ocio, pero puede omitirse datos
importantes como los actores que han participado en la elaboración de la
política pública o la evolución del proceso de toma de decisiones. Asimismo, la
remodelación de un recinto deportivo de origen público puede verse en la
sección de deportes, pero sin aparecer datos relacionados con las políticas
públicas.
En casos extremos, esa omisión de
información puede traducirse en manipulación desde los medios de comunicación,
muchas veces ideologizados y latentes de subjetividad. Además, puede fomentar
la carencia participativa que existe en España, donde la irresponsabilidad
ciudadana es un hecho.
Imagen: martamolina.info
En definitiva, a pesar de las ventajas
que supone la clasificación de las políticas públicas en secciones, existen
inconvenientes. Se puede dar el hecho de que en lugar de formarse una pirámide
informativa de las políticas públicas donde la política es la matriz, se da
lugar a divisiones en las que la información acerca de las políticas públicas
se ven limitadas.