miércoles, 8 de junio de 2011

Poder sano y poder insano

El poder es un término candente en la sociedad y su empleo no sólo atañe a las relaciones de los ciudadanos con el Estado, sino también a las relaciones interpersonales entre los propios ciudadanos. Pero, ¿la sociedad es consciente de cuáles son los verdaderos límites del poder?

Para comprender cuál es el fundamento de un término tan complejo como el de poder, se puede atender a la definición desarrollada por el sociólogo Max Weber, donde el poder es entendido como cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad.

A raíz del concepto de poder, se puede observar que el comportamiento humano tiende a mostrar cuatro elementos principales en las que el poder es propenso a llevarse más allá de sus límites, consciente o inconscientemente, por las personas que lo ejercen: la manipulación, la intimidación, la sumisión y el rol de víctima.

La manipulación y la intimidación son más fácilmente detectables, puesto que acarrean el extremo del históricamente denominado como el mal; mientras que la sumisión y el rol de víctima son extremos del llamado como el bien. A veces, los extremos se tocan.

Quizás las ideas del bien y del mal ostentan un déficit fundamental que ocasione estos elementos, la diversa interpretación legada a lo largo de la historia. La solución a esos choques de realidades, podría encontrarse en dos aspectos. En primer lugar, el entendimiento contemporáneo del bien y del mal como lo sano y lo insano, en lugar de parámetros tradicionales, tanto a título individual como colectivo. Y, en segundo lugar, la idea de responsabilidad, por ejemplo en los casos de la sumisión y del rol de víctima, donde si se reciben acciones que resultan insanas para algún ciudadano, por parte del Estado o de otro ciudadano, tratar de acogerse a la responsabilidad que tiene uno mismo en la búsqueda de mecanismos sanos para lograr desarrollar y emplear recursos con vistas a evitar agresiones, ofensas o faltas de respeto futuras.

En la práctica, hay niveles donde ello se puede demostrar en la sociedad. Es el caso de las acampadas con tintes de revolución pacífica provenientes del Movimiento 15-M donde, más que la queja, lo importante es que algunos de los ciudadanos concentrados tienen en su mano comenzar a abandonar los roles de víctima y de sumisión frente al Estado, para tratar de desarrollar mecanismos sanos que pongan fin a aquellas manipulaciones e intimidaciones que puedan surgir por parte de personas inmersas en alguno de los niveles del sistema. Por lo tanto, los ciudadanos pueden buscar soluciones desde la responsabilidad y desde la legitimidad.

En definitiva, el poder más sano podría decirse que es que el ser humano lleva en sus genes la evolución. La clave es que la sociedad sea consciente de ello y de cuáles son los límites que demarcan su marco de actuación para poder seguir avanzando.
"Cuando se desea algo de verdad, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirlo" (Paulo Cohelo)